EL BESO DE LA MUJER ARAÑA
(Por Miguel Ángel Pérez)
Esta
es una de esas novelas con la capacidad de hacer perder la noción
del tiempo al lector. Una novela que puede consumirnos en los cuatro
muros y la oscuridad en la que viven los personajes y al tiempo
extrapolar la sensación de encierro viajando por los vericuetos de
las historias que allí narra uno de los personajes que pretende, con
ello, escapar de su realidad y conciliar el sueño.
En
total son ocho películas narradas, pero dos de ellas son monólogos
interiores; uno narrado en la mente del personaje por la
imposibilidad de hablar con su compañero, y el otro, casi al final,
que puede entenderse como un delirio de un ser moribundo. Algunas de esas películas son
reales y otras son parte de la fantasía del autor y un mosaico de
varios textos cinematográficos de tipo B. Una estrategia fabulosa
que el autor utiliza para dejar relucir su vasto conocimiento de este
arte, que su madre le inculcó desde pequeño.
En
la historia hay un tipo de narración que subyace a la narración
principal y son notas al pie de página con teorías psicoanalíticas
que pretenden explicar el origen y el sentido de la homosexualidad.
Evidentemente no es por azar, uno de los personajes, quien revive las
películas, es homosexual. Es este personaje, que pese a su
preferencia sexual, transfigura la femineidad en la obra. Es quien
elige las historias, todas ellas con un matiz romántico y una visión
femenina del amor. Un personaje no muy instruido pero con un gran
conocimiento de la cultura popular y una delicadeza para la
descripción que hacen olvidar que quien narra las historias en un
hombre.
Por
otro lado su compañero de celda, un preso político muy bien
ubicado en el rol porque sin él sería muy difícil el intercambio
de este tipo entre un homosexual y un preso de otra clase, es quien
personifica el ideal de hombre, del macho que soporta la tortura sin
revelar el nombre de sus camaradas y el hombre comprensivo que, si
bien en un inicio muestra un carácter sarcástico y hermético de
poco a poco va ablandando sus sentimientos, para recrear un ambiente
de compañerismo insólito en la celda, incluso como una vida de
pareja.
Las
narraciones de las películas siempre quedan en suspenso, cuando los
personajes están demasiado cansados para continuar, lo cual hace que
el lector quede con deseos de saber lo que ocurre. A ello se mezclan
los apartes cuando deciden hacerse confesiones espontáneas de sus
vidas, que recrea una atmósfera romántica alimentada por la
complicidad de la noche. Pues muy pocas veces el diálogo ocurre en
el día, e incluso cabe adjuntar que sus diálogos ocurren aveces en
total oscuridad, sin la luz de una bujía que los acompañe.
Es
probable, entonces, que estos elementos escenifiquen el ambiente
propicio para el amor y para el encuentro sexual que ocurre en dos
ocasiones entre los personajes. No obstante, a plena luz del día,
los personajes no sienten arrepentimiento alguno, incluso se besan...
algo que no había ocurrido en sus encuentros nocturnos.
El
beso de la mujer araña es una novela que no puede quedar fuera de la
lista de libros por leer, si lo que el lector busca es encontrarse
con un mundo en que los ideales y las pasiones son más fuertes que
la tiranía o las adversidades. Un mundo en el que siempre hay una
esperanza para encontrarse con el amor verdadero o para comunicarse
con el mundo externo, así sea desde una cloaca mal oliente que
impide a través de un mecanismo violento todo acercamiento a un
ápice de felicidad.
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