domingo, 27 de enero de 2013

Luis Palés Matos: "Tuntún de pasa y grifería"


LA EXALTACIÓN DE LO NEGRO EN
TUNTÚN DE PASA Y GRIFERÍA

Por: Miguel Pérez

El primer acercamiento de un lector, que poco conoce de la cultura de la costa o de la cultura antillana, a la poesía de Luis Palés Matos, resulta casi inaprehensible por el uso de la metáfora y el argot que el poeta utiliza y que para un lector del interior del continente, como yo, que jamás ha leído versos de un poeta antillano, se encuentra con un ritmo casi carente de sentido. O al menos eso me pasó a mí, en un principio, en el que no podía entender la esencia de los versos del poeta puertorriqueño, y todo ese ritmo de que están cargados sus versos eran como el tararear de un abuelo que recuerda una vieja canción que yo jamás hubiese escuchado. No obstante, lectura tras lectura, uno se encuentra con que el autor hace una descripción del paisaje caribeño, de la mulata, de la comida típica de las Antillas, del rito vudú, y que la constante reiteración del negro y del mulato dan la noción de que allí hay pintada una cultura. Y efectivamente, en la medida en que uno comienza a indagar sobre la poesía de Palés, a mirar los juicios críticos que se escriben del poeta, se percibe una importancia de los elementos afroantillanos que resultan ser la mímesis de toda una cultura.

¿Y cómo hace el autor para recrear en sus versos una cultura que por su desprecio ha sido poco reconocida? Pues he aquí que se habla de lo negro como elemento que el poeta exalta para recrear toda una bella expresión, digna de ser enseñada al mundo, y que ciertos críticos llaman “negroidismo”, pero que Palés llama “poesía antillana”. Este poeta reconoce la identidad del negro como hombre y creador de cultura, y que nos lo enseña en su poema “Majestad negra”. Hace también una caricatura personal del negro que rechaza su propia identidad en “Lagarto verde”, y exalta la hermosura de la mulata en “Mulata-Antilla”. Y todo este mundo del negro se encuentra latente en el poemario del Tuntún de pasa y grifería (ritmo de negros y mulatos), donde el autor utiliza versos alucinantes de onomatopeyas, de gritos de salvaje, que expresan pasiones y motivos del negro antillano.

Para el análisis de este trabajo no es necesaria una bibliografía dilatada, puesto que creo haber encontrado lo que llamo la meca de la poesía de Palés: un gran tomo de 764 páginas donde se compila toda la obra poética del autor que, si bien no es extensa, es verdaderamente amplia en contenido. El libro que se llama La poesía de Luis Palés Matos, es una edición crítica de Mercedez López-Baralt, que cuenta con numerosos pies de página que facilitan la lectura de los poemas al novato de la poesía palesiana. Además me apoyo en el análisis que hace Miguel Enguídanos, en su libro La poesía de Luis Palés Matos, en donde pude corroborar la idea de que, en efecto, en Tuntún de Pasa y grifería la exaltación de lo negro cobra importancia en el argumento del poeta.

Tuntún de pasa y grifería (1937), es publicado casi 20 años después de que el poeta publicara su primer libro de juventud, Azaleas. Pero esta compilación no obedece a criterios cronológicos, sino temáticos. La primera edición tiene como pórtico “Preludio en boricua”; luego viene la sección Tronco, con los poemas “Danza negra”, “Numen”, “Ñam-ñam”, “Condombe”, “Lamento”, “Bombo”; la sección Rama, con “Pueblo negro”, “majestad negra”, “Kakahari”, “Canción festiva para ser llorada”, “Ñañigo al cielo”, “Falsa canción de baquiné”; y la sección Flor, con “Elegía del duque de la mermelada”, “lagarto verde”, “Ten con ten”, “El gallo”, “Intermedios del hombre blanco”, “Lepromonida” y “Mulata-Antilla”. Esta estructura arbórea es explicada por Margot Arce de la siguiente manera:
Tronco reúne aquellos poemas que expresan lo ancestral, las esencias étnicas, lo africano en su estado más puro: la danza, los ritos, el temperamento; Rama, los que expresan los resultados del trasplante del negro africano a nuestras tierras (…) En Flor, el poeta se burla de los negros europeizados, elogia a Puerto Rico y a las Antillas mulatas. (Arce, 1954, citado en Baralt, 1995, p. 473)

Prácticamente este pequeño análisis, que hace Margot Arce de la estructura del Tuntún, resume lo que en esencia intento desarrollar y que tiene que ver con la exaltación de lo negro como elemento importante de identidad de la cultura antillana y diferenciador de las culturas dominantes europea y norteamericana, a las cuales el poeta lanza cuñas antiimperialistas como en “Preludio en boricua”:
(mañana serán accionistas
De cualquier ingenio cañero
Y cargarán con el dinero…).
(Palés, 1978, p 147)

Pero no se trata de proponer al autor como un nacionalista o xenofóbico que pretende suscitar al odio entre razas. Sino que en sus versos está latente el deseo del poeta por despertar a su pueblo, intentando hacer que no se quede adormilado en la larga siesta de la colonia. Esos versos, en apariencia agresivos, son una manifestación del poeta por decirle a su pueblo: estamos en nuestra tierra, pero no parece ser nuestra. Y es allí donde el poeta ve la espina: la expropiación es producto de la amnesia colectiva: “Sus versos son una lucha contra el olvido, que da cauce a un sentimiento de admiración y de respeto, hacia sus compueblanos de color” (Enguidanos, 1976, p. 81). Por ello el poeta destaca siempre lo valioso y hermoso de la cultura del negro. Por ejemplo en “Numen”, resaltando sus comidas típicas y sus ritos:
Todo en atizo de fogatas,
bruja cazuela tropical,
cuece la noche mayombera
el negro embó de Obatalá.
(Palés, 1978, p. 149)

En este poema, la palabra “cazuela” alude a un postre tradicional puertorriqueño de color amarillo rojizo, de ahí que el autor lo emplea como metáfora de la noche encendida por fogatas. “Mayombera”: de la mayomba, una secta de brujería cubana. “Embó”: hechizo. “Obatalá”: dios de los negros brujos de Cuba. Es claro observar que al mezclar elementos propios de la cultura afronantillana a la poesía, lo que Palés pretende es dar más valor y dignidad a la cultura del negro. Y esa lucha contra el olvido está enfocada  en hacer comprender al negro lo que vale. Por ello el poeta se indigna ante los negros que desprecian su cultura y lo denuncia con un toque satírico bastante acertado en “Duque de la mermelada” o en “Lagarto verde”, donde rescata lo negro como elemento diferenciador entre las culturas europea y anglosajona:
Y allá va el Conde de la Limonada
con la roja casaca alborotada
y la fiera quijada
rígida en epiléptica tensión…
Allá va entre grotescos ademanes,
multiplicando los orangutanes
en los espejos de Cristobalón.
(Palés, 1978, p. 167)

La sutil caricatura, con que el poeta se burla del negro europeizado en “Lagarto verde”, al comparar a esa “aristocracia macaca” con la corte del monarca negro Henri Christophe, es una manera, de Palés, de decirle a esa clase dominante de negros que siguen con una política colonialista: vendidos. Luis Palés Matos, como antillano, satiriza también al norteamericano, al inglés, al francés que arriba a las Antillas con ínfulas de potencia. Ello está latente en “Intermedios del hombre blanco”. Sin embargo, como su pueblo no hace nada ante la invasión extranjera el poeta deja ver cierto pesimismo al hablar de su pueblo. Ello lo manifiesta en “Ten con ten”:
Y así estás, mi verde antilla,
En un sí que no es de raza,
En  ten con ten de abolengo
que te hace tan antillana…
Al ritmo de los tambores
tu lindo ten con ten bailas,
una mitad española
Y otra mitad africana.
(Palés, 1978, p. 168)

Ese movimiento pendular de puerto Rico, que no sabe lo que es, el poeta lo manifiesta aún mejor en este estribillo de “Canción festiva para ser llorada”:

Cuba- ñáñigo y bachata-
Haití -vodú y calabaza-
Puerto Rico –burundanga-.
(Palés, 1978, p.158)


La manifestación de Palés, en esta estrofa, es que Puerto Rico no sabe defenderse como las otras islas de las Antillas, donde la noción de libertad está: para Cuba, en la lengua ñáñiga y la parranda; para Haití, en su impenetrable superstición; pero para Puerto Rico, que ha perdido la noción del contorno de las cosas, está en la burundanga: que es esa mezcla informe de cosas heterogéneas. Y en ese ten con ten  es que los puertorriqueños no pueden hallar su identidad. De ahí que el poeta busque un modo de que los negros encuentren la filiación con las raíces africanas, para imprimir orgullo en sus espíritus y exhortarlos a no dejarse avasallar por el dominio extranjero. Sin embargo, la intensión del poeta no es bien recibida en el albor de sus primeros poemas de tema negro. Al respecto dice Baralt (1995):

 “En 1932 comienza la primera protesta crítica en Puerto Rico, que da en la flor de negar el referente de los primeros poemas negros de Palés. Luis Antonio Miranda afirma que “El llamado arte negro no tiene vinculación con Puerto Rico”, aserto que comparte el poeta José de Diego Padró al aludir al negroidismo como “quincalla de importación”. Graciany Miranda Archila se burla de “la broma de una poesía prieta en Puerto Rico” (p. 3).

Pero el poeta enseguida contesta reiterando que él no habla de una poesía negra, ni blanca, ni mulata: “yo sólo he hablado de una poesía antillana que exprese nuestra realidad de pueblo en el sentido cultural de este vocablo” (Matos, 1932, citado en Baralt, 1995, p. 478). Por su puesto que el tema más importante de Tuntún de pasa y grifería no es lo negro. Estaríamos enclaustrando su poesía en uno de los tantos tópicos de que trata su obra. La exaltación de lo negro es tan sólo un motivo que el autor desarrolla para apelar a la identidad, que desemboca en lo que él mismo expone: una expresión antillana.

Y esa expresión antillana, que exalta lo propio de la cultura del negro, es posible encontrarla en el poema “Pueblo negro”, en el que el autor “posibilita el acceso de la mujer negra a la poesía puertorriqueña que hasta entonces sólo celebra a la mujer blanca” (Baralt, 1995, p 535):


Es la negra que canta
su sobria vida de animal doméstico;
la negra de las zonas soleadas
que huele a tierra, a salvajina, a sexo.
Es la negra que canta,
y su canto sensual se va extendiendo
como una clara atmósfera de dicha
bajo la sombra de los cocoteros.
(Palés, 1978, p. 155)



En esta estrofa es claro ver los elementos que aluden al entorno del negro que vive en las Antillas. “Cocoteros”: un género de palmeras propio de las zonas costeras en las que es característico el sol quemante; por ello “la negra de las zonas soleadas”; y el olor a “tierra salvajina y sexo”, que envuelve de mística sensualidad a la negra, configuran una parte de la expresión de ese negro que Palés pretende enseñar. Y digo una parte porque en la otra está la manifestación del rito. Ya había hablado de la presencia del vudú en “Numen”. Pero, ¿qué pasa cuando el ritual vudú es hecho poema? Ello se observa en “Danza negra”, donde el ritmo y la sonoridad juegan un papel importante porque recrean lo esencial del rito:
Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.
La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.
Es el sol de hierro que arde en Tombuctú.
Es la danza negra de Fernando Póo
(Palés, 1978, p. 147)

“Este estribillo se repite a lo largo del poema que connota lo cíclico del mundo natural, así como lo ritual del mundo mágico” (Baralt, 1995, p. 515). El poema es de acentuación aguda al final del verso, por lo que imita la forma verbal del imperativo de algunas lenguas africanas como una expresión de invocación a las deidades. Según muchas interpretaciones del poema, que se quedan sólo en lo literal, conciben “Danza negra” tan sólo como la entrega sexual de una negra; sin embargo, ello va mucho más allá. Según mercedes López-Baralt se trata de una metáfora. El poema resulta ser la inmersión de una mujer en la magia. Sin embargo, “el poema es un espléndido ejemplo de cómo el Tuntún subvierte estereotipos del prejuicio racial para proponer valores positivos: en este caso la danza, el sexo, la unidad racial, y a libertad” (Baralt, 1995, p. 508).

Si “La clave de la poeticidad está en la repetición” (Jakobson, 1968, citado en Baralt, 1995, p. 11), el poema “Danza negra” recrea el efecto incantatorio del rito, gracias a ese ritmo percusivo que provoca un meneíto y que imita el son de la rumba urbana, y que el poeta no logra sino a través de la repetición. Ahora bien, la metáfora del ritmo de este poema es la danza, que resulta ser el argumento que utiliza Palés como símbolo de libertad. Así que el poema tiene un propósito: un grito que para el lector ingenuo no es evidente, pero que para el que se adentra en la poesía de palés tiene un profundo sentido por cuanto resulta, en aquel tiempo, una manera magistral de hablar sobre el negro exaltando su cultura en el arte de la poesía.

La incorporación de la cultura del negro en el arte tiene sus vertientes históricas, sociales, técnicas, y hasta artísticas. En la vertiente histórica está la revolución haitiana; en la social, el negro como bandera del movimiento obrero estudiantil, en la crisis de los años veinte; en la técnica, la invención del gramófono que impulsa la vertiente musical de la negritud; en la artística, está la obra de Picasso “Cabeza de negro” 1908, el Decameron negro de Frobenius (1910), el álbum de esculturas negras de Apollinaire (1917); y en el caso de palés: “sus fuentes oscilan entre las lecturas literarias y científicas, la experiencia vital con los negros y mulatos de Puerto Rico y la tradición oral de los esclavos guayameses que conoció por vía de la cocinera familiar, la negra Lupe” (Baralt, 1995, p. 479).

Se tiene, entonces, que la cultura del negro estaba trascendiendo en varios ámbitos de la vida, en la época de palés. Sin embargo, como dice Miguel Enguidanos (1976): “Palés no llevó lo negro a su poesía por seguir una moda. Es verdad que leía ciertos libros de tema africano y que conocía los poemas de Vachel Lindsay; pero Tuntún de pasa y grifería tiene aire de revelación, de descubrimiento de una verdad interior” (p. 79). Además Palés precede en el negrismo a otros muchos artistas como Langnston Hughes o Claude Mcka: “con “Danzarina africana” Palés se convierte en el iniciador indiscutible del negrismo en las Antillas hispánicas: nuestro poeta precede a Guillén, Pereda, Guirao, Tallet; Carpentier, Ballagas (…)” (Baralt, 1995, p. 255).

En suma, se tiene que Palés es el primer escritor puertorriqueño en reconocer y celebrar lo negro. Así la danza, el ritmo, el sexo y la inmersión en la naturaleza y la magia se convierten, en la poesía palesiana, en elementos potenciadores de la raza negra,  que resultan ser un arma contra la agresión norteamericana, contra la amenaza del bilingüismo y el aislamiento geográfico. Su poesía es una lucha contra el derrotismo, tan difundido, para proponer una corriente y así vencer la inercia. Su poesía es una exhortación al negro para que aprehenda sus raíces africanas y reconozca el valor de su propia cultura, una forma de luchar por la libertad de su pueblo y alejarse de las garras de las grandes potencias a las que poco les importa la suerte de las Antillas más que su explotación. Y el negro no puede ser servil de estas empresas, el negro debe defender lo propio. Si bien hay momentos de un “escepticismo derrotado” en su poesía, también hay impulsos de “agresividad optimista” (Enguidanos, 1976), en las que el poeta pone sus escasas esperanzas al calar más hondo que nadie en el alma del individuo puertorriqueño.



 Bibliografía

Baralt, Mercedes (Ed). (1995). La poesía de Luis Palés Matos. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico.

Enguidanos, Miguel (1976). La poesía de Luis Palés Matos. Barcelona: Editorial Universitaria, Universidad de Puerto Rico.

Palés, Luis (1978). “Tuntún de pasa y grifería”. En: Arce, Margot (ed). Poesía completa y prosa selecta. (pp.  146-183). Caracas: Biblioteca Ayacucho.

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