LA
EXALTACIÓN DE LO NEGRO EN
TUNTÚN
DE PASA Y GRIFERÍA
Por: Miguel Pérez
El
primer acercamiento de un lector, que poco conoce de la cultura de la costa o
de la cultura antillana, a la poesía de Luis Palés Matos, resulta casi
inaprehensible por el uso de la metáfora y el argot que el poeta utiliza y que
para un lector del interior del continente, como yo, que jamás ha leído versos
de un poeta antillano, se encuentra con un ritmo casi carente de sentido. O al menos
eso me pasó a mí, en un principio, en el que no podía entender la esencia de
los versos del poeta puertorriqueño, y todo ese ritmo de que están cargados sus
versos eran como el tararear de un abuelo que recuerda una vieja canción que yo
jamás hubiese escuchado. No obstante, lectura tras lectura, uno se encuentra con
que el autor hace una descripción del paisaje caribeño, de la mulata, de la
comida típica de las Antillas, del rito vudú, y que la constante reiteración
del negro y del mulato dan la noción de que allí hay pintada una cultura. Y
efectivamente, en la medida en que uno comienza a indagar sobre la poesía de
Palés, a mirar los juicios críticos que se escriben del poeta, se percibe una
importancia de los elementos afroantillanos que resultan ser la mímesis de toda
una cultura.
¿Y
cómo hace el autor para recrear en sus versos una cultura que por su desprecio
ha sido poco reconocida? Pues he aquí que se habla de lo negro como elemento
que el poeta exalta para recrear toda una bella expresión, digna de ser
enseñada al mundo, y que ciertos críticos llaman “negroidismo”, pero que Palés
llama “poesía antillana”. Este poeta reconoce la identidad del negro como
hombre y creador de cultura, y que nos lo enseña en su poema “Majestad negra”.
Hace también una caricatura personal del negro que rechaza su propia identidad
en “Lagarto verde”, y exalta la hermosura de la mulata en “Mulata-Antilla”. Y
todo este mundo del negro se encuentra latente en el poemario del Tuntún de pasa y grifería (ritmo de
negros y mulatos), donde el autor utiliza versos alucinantes de onomatopeyas,
de gritos de salvaje, que expresan pasiones y motivos del negro antillano.
Para
el análisis de este trabajo no es necesaria una bibliografía dilatada, puesto
que creo haber encontrado lo que llamo la meca de la poesía de Palés: un gran
tomo de 764 páginas donde se compila toda la obra poética del autor que, si
bien no es extensa, es verdaderamente amplia en contenido. El libro que se
llama La poesía de Luis Palés Matos,
es una edición crítica de Mercedez López-Baralt, que cuenta con numerosos pies
de página que facilitan la lectura de los poemas al novato de la poesía
palesiana. Además me apoyo en el análisis que hace Miguel Enguídanos, en su
libro La poesía de Luis Palés Matos,
en donde pude corroborar la idea de que, en efecto, en Tuntún de Pasa y grifería la exaltación de lo negro cobra
importancia en el argumento del poeta.
Tuntún de pasa y
grifería (1937), es publicado casi 20 años después de que el
poeta publicara su primer libro de juventud, Azaleas. Pero esta compilación no obedece a criterios cronológicos,
sino temáticos. La primera edición tiene como pórtico “Preludio en boricua”;
luego viene la sección Tronco, con los
poemas “Danza negra”, “Numen”, “Ñam-ñam”, “Condombe”, “Lamento”, “Bombo”; la
sección Rama, con “Pueblo negro”,
“majestad negra”, “Kakahari”, “Canción festiva para ser llorada”, “Ñañigo al
cielo”, “Falsa canción de baquiné”; y la sección Flor, con “Elegía del duque de la mermelada”, “lagarto verde”, “Ten
con ten”, “El gallo”, “Intermedios del hombre blanco”, “Lepromonida” y
“Mulata-Antilla”. Esta estructura arbórea es explicada por Margot Arce de la
siguiente manera:
Tronco reúne
aquellos poemas que expresan lo ancestral, las esencias étnicas, lo africano en
su estado más puro: la danza, los ritos, el temperamento; Rama, los que expresan los resultados del trasplante del negro
africano a nuestras tierras (…) En Flor,
el poeta se burla de los negros europeizados, elogia a Puerto Rico y a las
Antillas mulatas. (Arce, 1954, citado en Baralt, 1995, p. 473)
Prácticamente
este pequeño análisis, que hace Margot Arce de la estructura del Tuntún, resume
lo que en esencia intento desarrollar y que tiene que ver con la exaltación de
lo negro como elemento importante de identidad de la cultura antillana y
diferenciador de las culturas dominantes europea y norteamericana, a las cuales
el poeta lanza cuñas antiimperialistas como en “Preludio en boricua”:
(mañana serán
accionistas
De cualquier
ingenio cañero
Y cargarán con el
dinero…).
(Palés, 1978, p
147)
Pero
no se trata de proponer al autor como un nacionalista o xenofóbico que pretende
suscitar al odio entre razas. Sino que en sus versos está latente el deseo del
poeta por despertar a su pueblo, intentando hacer que no se quede adormilado en
la larga siesta de la colonia. Esos versos, en apariencia agresivos, son una
manifestación del poeta por decirle a su pueblo: estamos en nuestra tierra,
pero no parece ser nuestra. Y es allí donde el poeta ve la espina: la
expropiación es producto de la amnesia colectiva: “Sus versos son una lucha
contra el olvido, que da cauce a un sentimiento de admiración y de respeto,
hacia sus compueblanos de color” (Enguidanos, 1976, p. 81). Por ello el poeta
destaca siempre lo valioso y hermoso de la cultura del negro. Por ejemplo en
“Numen”, resaltando sus comidas típicas y sus ritos:
Todo en atizo de
fogatas,
bruja cazuela
tropical,
cuece la noche
mayombera
el negro embó de
Obatalá.
(Palés, 1978, p.
149)
En
este poema, la palabra “cazuela” alude a un postre tradicional puertorriqueño
de color amarillo rojizo, de ahí que el autor lo emplea como metáfora de la
noche encendida por fogatas. “Mayombera”: de la mayomba, una secta de brujería
cubana. “Embó”: hechizo. “Obatalá”: dios de los negros brujos de Cuba. Es claro
observar que al mezclar elementos propios de la cultura afronantillana a la
poesía, lo que Palés pretende es dar más valor y dignidad a la cultura del
negro. Y esa lucha contra el olvido está enfocada en hacer comprender al negro lo que vale. Por
ello el poeta se indigna ante los negros que desprecian su cultura y lo
denuncia con un toque satírico bastante acertado en “Duque de la mermelada” o
en “Lagarto verde”, donde rescata lo negro como elemento diferenciador entre
las culturas europea y anglosajona:
Y allá va el Conde
de la Limonada
con la roja casaca
alborotada
y la fiera quijada
rígida en
epiléptica tensión…
Allá va entre
grotescos ademanes,
multiplicando los orangutanes
en los espejos de
Cristobalón.
(Palés, 1978, p.
167)
La
sutil caricatura, con que el poeta se burla del negro europeizado en “Lagarto
verde”, al comparar a esa “aristocracia macaca” con la corte del monarca negro
Henri Christophe, es una manera, de Palés, de decirle a esa clase dominante de
negros que siguen con una política colonialista: vendidos. Luis Palés Matos,
como antillano, satiriza también al norteamericano, al inglés, al francés que
arriba a las Antillas con ínfulas de potencia. Ello está latente en “Intermedios
del hombre blanco”. Sin embargo, como su pueblo no hace nada ante la invasión
extranjera el poeta deja ver cierto pesimismo al hablar de su pueblo. Ello lo
manifiesta en “Ten con ten”:
Y así estás, mi
verde antilla,
En un sí que no es
de raza,
En ten con ten de abolengo
que te hace tan
antillana…
Al ritmo de los
tambores
tu lindo ten con
ten bailas,
una mitad española
Y otra mitad
africana.
(Palés, 1978, p.
168)
Ese
movimiento pendular de puerto Rico, que no sabe lo que es, el poeta lo
manifiesta aún mejor en este estribillo de “Canción festiva para ser llorada”:
Cuba- ñáñigo y
bachata-
Haití -vodú y
calabaza-
Puerto Rico
–burundanga-.
(Palés, 1978,
p.158)
La
manifestación de Palés, en esta estrofa, es que Puerto Rico no sabe defenderse
como las otras islas de las Antillas, donde la noción de libertad está: para Cuba,
en la lengua ñáñiga y la parranda; para Haití, en su impenetrable superstición;
pero para Puerto Rico, que ha perdido la noción del contorno de las cosas, está
en la burundanga: que es esa mezcla informe de cosas heterogéneas. Y en ese ten
con ten es que los puertorriqueños no
pueden hallar su identidad. De ahí que el poeta busque un modo de que los
negros encuentren la filiación con las raíces africanas, para imprimir orgullo
en sus espíritus y exhortarlos a no dejarse avasallar por el dominio
extranjero. Sin embargo, la intensión del poeta no es bien recibida en el albor
de sus primeros poemas de tema negro. Al respecto dice Baralt (1995):
“En 1932 comienza la primera protesta crítica
en Puerto Rico, que da en la flor de negar el referente de los primeros poemas
negros de Palés. Luis Antonio Miranda afirma que “El llamado arte negro no
tiene vinculación con Puerto Rico”, aserto que comparte el poeta José de Diego
Padró al aludir al negroidismo como “quincalla de importación”. Graciany
Miranda Archila se burla de “la broma de una poesía prieta en Puerto Rico” (p.
3).
Pero
el poeta enseguida contesta reiterando que él no habla de una poesía negra, ni blanca,
ni mulata: “yo sólo he hablado de una poesía antillana que exprese nuestra
realidad de pueblo en el sentido cultural de este vocablo” (Matos, 1932, citado
en Baralt, 1995, p. 478). Por su puesto que el tema más importante de Tuntún de pasa y grifería no es lo negro.
Estaríamos enclaustrando su poesía en uno de los tantos tópicos de que trata su
obra. La exaltación de lo negro es tan sólo un motivo que el autor desarrolla
para apelar a la identidad, que desemboca en lo que él mismo expone: una
expresión antillana.
Y
esa expresión antillana, que exalta lo propio de la cultura del negro, es
posible encontrarla en el poema “Pueblo negro”, en el que el autor “posibilita
el acceso de la mujer negra a la poesía puertorriqueña que hasta entonces sólo
celebra a la mujer blanca” (Baralt, 1995, p 535):
Es la negra que
canta
su sobria vida de
animal doméstico;
la negra de las
zonas soleadas
que huele a
tierra, a salvajina, a sexo.
Es la negra que
canta,
y su canto sensual
se va extendiendo
como una clara
atmósfera de dicha
bajo la sombra de
los cocoteros.
(Palés, 1978, p.
155)
En
esta estrofa es claro ver los elementos que aluden al entorno del negro que
vive en las Antillas. “Cocoteros”: un género de palmeras propio de las zonas
costeras en las que es característico el sol quemante; por ello “la negra de
las zonas soleadas”; y el olor a “tierra salvajina y sexo”, que envuelve de
mística sensualidad a la negra, configuran una parte de la expresión de ese
negro que Palés pretende enseñar. Y digo una parte porque en la otra está la
manifestación del rito. Ya había hablado de la presencia del vudú en “Numen”.
Pero, ¿qué pasa cuando el ritual vudú es hecho poema? Ello se observa en “Danza
negra”, donde el ritmo y la sonoridad juegan un papel importante porque recrean
lo esencial del rito:
Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
El Gran Cocoroco
dice: tu-cu-tú.
La Gran Cocoroca
dice: to-co-tó.
Es el sol de
hierro que arde en Tombuctú.
Es la danza negra
de Fernando Póo
(Palés, 1978, p.
147)
“Este
estribillo se repite a lo largo del poema que connota lo cíclico del mundo natural,
así como lo ritual del mundo mágico” (Baralt, 1995, p. 515). El poema es de
acentuación aguda al final del verso, por lo que imita la forma verbal del
imperativo de algunas lenguas africanas como una expresión de invocación a las
deidades. Según muchas interpretaciones del poema, que se quedan sólo en lo
literal, conciben “Danza negra” tan sólo como la entrega sexual de una negra;
sin embargo, ello va mucho más allá. Según mercedes López-Baralt se trata de
una metáfora. El poema resulta ser la inmersión de una mujer en la magia. Sin
embargo, “el poema es un espléndido ejemplo de cómo el Tuntún subvierte estereotipos
del prejuicio racial para proponer valores positivos: en este caso la danza, el
sexo, la unidad racial, y a libertad” (Baralt, 1995, p. 508).
Si
“La clave de la poeticidad está en la repetición” (Jakobson, 1968, citado en Baralt,
1995, p. 11), el poema “Danza negra” recrea el efecto incantatorio del rito,
gracias a ese ritmo percusivo que provoca un meneíto y que imita el son de la
rumba urbana, y que el poeta no logra sino a través de la repetición. Ahora
bien, la metáfora del ritmo de este poema es la danza, que resulta ser el
argumento que utiliza Palés como símbolo de libertad. Así que el poema tiene un
propósito: un grito que para el lector ingenuo no es evidente, pero que para el
que se adentra en la poesía de palés tiene un profundo sentido por cuanto resulta,
en aquel tiempo, una manera magistral de hablar sobre el negro exaltando su
cultura en el arte de la poesía.
La
incorporación de la cultura del negro en el arte tiene sus vertientes
históricas, sociales, técnicas, y hasta artísticas. En la vertiente histórica
está la revolución haitiana; en la social, el negro como bandera del movimiento
obrero estudiantil, en la crisis de los años veinte; en la técnica, la
invención del gramófono que impulsa la vertiente musical de la negritud; en la
artística, está la obra de Picasso “Cabeza de negro” 1908, el Decameron negro
de Frobenius (1910), el álbum de esculturas negras de Apollinaire (1917); y en
el caso de palés: “sus fuentes oscilan entre las lecturas literarias y
científicas, la experiencia vital con los negros y mulatos de Puerto Rico y la
tradición oral de los esclavos guayameses que conoció por vía de la cocinera
familiar, la negra Lupe” (Baralt, 1995, p. 479).
Se
tiene, entonces, que la cultura del negro estaba trascendiendo en varios
ámbitos de la vida, en la época de palés. Sin embargo, como dice Miguel
Enguidanos (1976): “Palés no llevó lo negro a su poesía por seguir una moda. Es
verdad que leía ciertos libros de tema africano y que conocía los poemas de Vachel
Lindsay; pero Tuntún de pasa y grifería
tiene aire de revelación, de descubrimiento de una verdad interior” (p. 79).
Además Palés precede en el negrismo a otros muchos artistas como Langnston
Hughes o Claude Mcka: “con “Danzarina africana” Palés se convierte en el iniciador
indiscutible del negrismo en las Antillas hispánicas: nuestro poeta precede a
Guillén, Pereda, Guirao, Tallet; Carpentier, Ballagas (…)” (Baralt, 1995, p.
255).
En
suma, se tiene que Palés es el primer escritor puertorriqueño en reconocer y celebrar
lo negro. Así la danza, el ritmo, el sexo y la inmersión en la naturaleza y la
magia se convierten, en la poesía palesiana, en elementos potenciadores de la
raza negra, que resultan ser un arma
contra la agresión norteamericana, contra la amenaza del bilingüismo y el
aislamiento geográfico. Su poesía es una lucha contra el derrotismo, tan
difundido, para proponer una corriente y así vencer la inercia. Su poesía es
una exhortación al negro para que aprehenda sus raíces africanas y reconozca el
valor de su propia cultura, una forma de luchar por la libertad de su pueblo y
alejarse de las garras de las grandes potencias a las que poco les importa la
suerte de las Antillas más que su explotación. Y el negro no puede ser servil
de estas empresas, el negro debe defender lo propio. Si bien hay momentos de un
“escepticismo derrotado” en su poesía, también hay impulsos de “agresividad
optimista” (Enguidanos, 1976), en las que el poeta pone sus escasas esperanzas
al calar más hondo que nadie en el alma del individuo puertorriqueño.
Bibliografía
Baralt,
Mercedes (Ed). (1995). La poesía de Luis
Palés Matos. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico.
Enguidanos,
Miguel (1976). La poesía de Luis Palés
Matos. Barcelona: Editorial Universitaria, Universidad de Puerto Rico.
Palés,
Luis (1978). “Tuntún de pasa y grifería”. En: Arce, Margot (ed). Poesía completa y prosa selecta. (pp. 146-183). Caracas: Biblioteca Ayacucho.
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